Juan Oviedo

Escritor Invitado
en La Web Cultural

"Walichú, tierra maldita"
Capítulo 4

“El lugar de los desamparados”, lo supo bautizar un notable muchas décadas atrás, o lugar para esconderse, la dictadura cívico-militar puso en jaque a todo tipo de militancia -y balnearios como estos-, tanto por la desolación en el invierno como en el conglomerado del verano, ¡los hacían ideales para ocultarse! 
Donde el amparo, nunca es por llegar hasta aquí -sino por lo dejado-, y la distancia puesta respecto ¡a un allá peligroso por el hecho de pensar distinto a esos milicos en el gobierno! 
En un mundo centrado en lo material de las cosas, “andar en bicicleta” puede entenderse -como un acto de resistencia a la industria del consumoporque poder comprarse un coche viejo, de esos que abundan en el pueblo -el no hacerlo-, signifique una carga ideológica. 
No obstante, “los desamparados no dejaron huellas”, no hubo grupo o algo que los reuniera -pero de hacerlo-, seguramente “jamás formaran parte de esa horda condescendiente con los poderosos del balneario”. 
El interesante texto “El decir y lo dicho”, señala que la palabra -no puede dársela a todos- y en consonancia, otro notable decir “no se debe derrochar a la verdad” por el cual se debe elegir al interlocutor como inicio del “polemos heracliteano” u ofrecer a quien lo merezca -una verdad-, siempre más cerca del desamparado que de la viandad repetidora de lo dado. 
¿Que estamos señalando?, a la bases de la cultura Occidental: ¡a la palabra y a la verdad!, eminencias distante de los rituales instalados en bares y cafés -céntricos en la Avenida tres-, la elucidación de la palabra y luz del pensar, ¡jamás acudan en tales habitué! 
“No diré mi nombre”, le dice a Nicanor -autor del trabajo antropológico-, investigación de campo entrevistando a “invisibles resistentes”, épocas -con un Pidal en la cabeza del gobierno en el pueblo-. No te daré mi nombre -vuelve a repetir-, solo pon que “soy un desamparado” y te diré sin rodeos mi intensión: desenmascarar algunas cosas.
“Poner en entredicho el decir -interesado en este pueblo”, como el sostenido que dice -el fundador, construyo a Villa Gesell-, bueno, eso no fue así. Porque él no hizo las casas, ni manejo la pala para abrir las calles sino que “lo que se dice que él hizo” no es más que el priorizar de la idea -lo inteligible-, mientras -lo sensible-, fue hecho por sus peones alemanes y paisanos, tal como sucedió con la primera casa que hoy es el Museo, y con La Golondrina también por ser una prefabricada. Y a principio de los cincuenta, mandar a construir lo que hoy “es el chalet”. 
Y en este camino de ensalzamiento popular también desenmascarar al pionero, -según el decir del auto definido desamparado-. Las historias de pioneros ¿lindo no?, “la compartida tarea y visión con el fundador”, es mera mentira local, se trate de una falsedad, porque uno mandaba desde la aureola de su poder y el otro, obedecer por la necesidad de su carencia. 
Jamás hubo nada en eso de compartir visiones pues ¿sabes lo que es en el fondo un pionero?, un desclasado y lo que -sí compartia- fue la misma condición con los otros trabajadores provenientes de Madariaga. 
La inferencia es simple, si vienes por aquí ¡es porque no tienes trabajo en donde vives!, mira, los mecanismos de retención de los trabajadores rurales en las inmediaciones de las estancias y unidades productivas, “fueron las bases demográficas de los pueblos”, así -esta población rural de peones-, sufrió el pendular “retención-migración”. 
“Los pueblos del campo, los pueblos rurales” aportaron insumos, materiales y mano de obra a esa ¡febril condición de la apertura de los balnea rios en la costa bonaerense!, (Madariaga y Lavalle), y desde ahí, surje la primera oleada en esosbalnearios como población propia -algo que se repite-, a lo largo de todos los pueblos costeros (partido de La Costa, Pinamar y Villa Gesell). Estos primeros habitantes, procedentes de otros lugares deciden comprar terrenos y construir sus viviendas teniendo en cuenta el flujo constructor que el flamante espacio demanda. 
¿Un pionero es un lumpen?, sé que no es una definición muy grata para aquellos a los que se les hizo, se les hace y se les hará honores por ser tales...... 
“Porque no hay nada en especial en ellos y te voy a decir algo provocador”, lo que si hubo algo de especial en su hacer, ¡eran los nazis de aquella época en esta región!, ¡ellos hacían lo que hacían con un ideal de por medio!, ocultarse y desde ahi generar las condiciones para volver a posicionar al Tercer Reich. 
Más allá que los Nazis -y por acá se lo considere mito urbano-, lo que no puede dudarse es la presencia de alemanes por aquí, entonces, ¿alemanes si y nazis no?, acá en las zona de Madariaga y de Villa Gesell existieron cantidad de alemanes. Dos cuestiones Nicanor para que las consideres: ¿todo alemán era nazi?, y si los hubo ¿qué significado tuvieron? 
“Las pruebas” son ese controversial hecho de lo que se murmura por años, ¡que no hay pruebas y todo son meras conjeturas! -pero considera algo- , si nos situamos en los años cuarenta, es cuando se adquiere la chacra en Madariaga llamada La Elvira -se sabe hoy-, que fue toda una puesta en escena “por ser comprada por agentes encubiertos de las SS para conseguir una especie de cabeza de playa e instalarse”, y así, los espías emplazaron una base de comunicaciones clandestina . 
“Para tu información más detallada”, al lugar se le cambia de nombre y entre ellos le llaman La Otilia, se pone una prefabricada para operar desde ahí. La Otilia -era una base que informaba y preparaba condiciones-, para el arribo de compatriotas a Madariaga y en la zona, después, el Ejército tomará la posesión de la estancia y le cambia el nombre y le llama: La Federal, conservada hasta hoy. 
“Todo eso de compra de la chacra fue una maniobra”, una cortina de humo, hasta el punto de poner a una pareja de alemanes -con conocimiento en agricultura-, y trabajar la chacra. En el fondo, en esa estancia existía una base secreta de comunicaciones en conexión directa con Berlín. 
¿De dónde saca tal información? 
“Un viejo nazi -ya fallecido- que vivió en barrio Norte me lo supo decir”, el país fue una suerte ¡de tierra prometida para ellos!, la simpatía por el gobierno de entonces “para con el eje” era evidente, y si miras los cascos de los soldados de entonces, 
-verás cascos del ejército alemán-. 
-Córdoba, Bariloche, Misiones y el sur del país, fueron las provincias elegidas-, y pueblos de aquellas época como Madariaga-, eran ideales para construir una red “al servicio de la comunicación entre ellos”. Pero lo que te digo ¡no es una invención mía! sino que está a la vista y que se encuentran en diferentes link, blogger o redes sociales. 
Gracias a Internet, la circulación de documentos, datos y comentarios al respecto ¡es fabulosa!, después, haces tu trabajo uniendo y atando cabos. 
Por ejemplo, -hipotetizar que en los años cuarenta-, se prepararon por aquí las condiciones para ocultar a los subrepticios millonarios refugiados y portadores de un botín de guerra, “es algo que bien se puede pensar”. 
La colonia alemana radicada en Villa Gesell “es una manera de blanquear” -que esto no fue un refugio de nazis- pero que hubo alemanes pro-nazis o nazis en la villa, también se debe afirmar. Lo que nos dice que entre ellos, ¡debió existir una “grieta”! 
Y si uno se pregunta -por la importancia- por determinar hoy día, si hubo o no nazis en Villa Gesell, aunque, parezca mentira es plausible responderpor ¡sí! pues un espíritu se hace presente en la propaganda del lugar “ Goebbels”, miente, miente, publicita, publicita. 
Este fue el balneario “más díscolo” según las costumbres de la época -drogas, sexo, hippies-y la mayoría de los visitantes en “los años sesenta”, hacían lo que querían, para colmo -esa película de Los Inconstantes-, le da un impulso fabuloso a Villa Gesell. Cuando se habla de aquellos años, ¡se habla del paraíso de la juventud, del balneario más europeo, de la libertad! pero todo eso era -durante el verano-, después, el invierno era otra cosa. Sin embargo, en el imaginario del turista, Villa Gesell ¡es! la juerga del verano y del libertinaje, -y si eso se permitió-, lo fue por un interés de fondo. Porque si no se puso límite ¡al desdre de los veraneantes sesentistas!, fue para que -ellos centraran-, las miradas de la época.

Ilustración: Ismael Dajczak 
Los sesenta son los años dorados del lugar, siempre existe y da vueltas “el relato admirable y fantástico” respecto a Villa Gesell, así, en los años treinta “la lucha contra la naturaleza”, en los cuarenta -el ahínco de los pioneros-, después, ¡la construcción de su nueva sociedad!, la época dorada, ¡ah, y se me olvida!, la narrativa en todos esos libros afines al Domador de médanos, Las Historias y de los familiares del fundador! etc., se trate de textos colaboracionistas para la propaganda en cuestión.
Siempre existe una sospecha -la cortina de humo en aquellos años-, para ocultar ciertos residentes nazis. Humo como fue la compra de La Elvira en Madariaga, y si se comenta del lugar, entonces, ¡que se hable de otras cosas! desviar la atención para otro lado, hacia otras cuestiones, -de la frivolidad instalada como importante-. Ahora, esa argucia por tergiversar -de nazis o no-, posiciona la práctica de la ocultación y del tergiversar, ensalza para ocultar otras, como fue con “esos pioneros casados”, donde no solo construyeron casas sino también -sus nuevas familias-.
A los años cuarenta definidos como “la verdadera época fundacional” -otra bomba de humo-, ¡yo te digo que esa es la época del Far West local! Sin instituciones, lo legal no cuente, no existía cohesión social, cada uno era su propia medida, (hoy se llama meritocracia) si había un problema -se lo resolvía como sea-, se enfermaba alguien se iba a un curandero, se moría fulano ¿y había mal tiempo?, se lo enterraba por ahí. La prostitución encubierta pues de eso no se habla, además ¿cuánto paisano que se decía que se marcho a otro pago pero que no fue así?, los entredichos se arreglan -no discutiendo- sino con peleas a cuchillo, tal como están acostumbrados en el campo. 
Y hoy, en la actual década del “dos mil veinte” -se ensanche esa línea dicotómica entre el balneario y la sociedad-, el primero representa -la riqueza y la posibilidad de la misma-, mientras la segunda -a la necesidad-. Las fuerzas vivas del pueblo imponen su mirada para fortalecer el turismo, “pero no hablamos de una posibilidad abierta para todos”, sino ¡para los dueños de los servicios que se nutren en temporada!, porque en el fondo, este lugar nació clasista y eso, posiciona a la pasada, presente y futura “desigualdad”.
“Un desamparado te lo dice”. 
Gracias, Nicanor a su informante.                   
 
Es plena noche, la peonada duerme tras un arduo día de trabajo, entonces, entra el capataz y ¡a viva voz! los va despertando a todos y exclama, ¡Isidro y Abelardo vengan conmigo!, los nombrados lo hacen con lentitud, están medios dormidos, pero al salir -no tardan en despabilarse-, un grupo de hombres los espera. 
¿Son ellos?, pregunta el capataz a uno del grupo. 
Si. 
Los dos paisanos no saben de que se trata. 
¿Donde lo tienen escondidos? 
¡Qué cosa! dice Abelardo. 
Lo que robaron el otro día en la construcción de los Lömpel. 
¡Pero si nosotros no robamos nada! 
Entraron a la casa ¿no? 
Sí, pero no guardamos nada, además, ¿vamos a utilizar lo robado para trabajar o a quien le vamos a vender aquí lo robado? 
Miren, robaron en la casa en donde ustedes estuvieron -uno los vio- y creen que son los ladrones, ¡vamos adentro y me muestran sus cosas!. Así lo hacen acompañados por dos del grupo -bastantes fornidos-, para revisar sus pertenencias, algunos paisanos del obrador se van despabilando, no entienden “de que se trata”. Sus pertenencias están en un pequeño ropero pero no hay nada extraño en él, el capataz dice, ¡hay un ladrón por acá, ya se descubrirá al maula! y da por terminada la requisa.
Pero lo que el capataz no sabe, “que esos robos no son nuevos”, ya vienen sucediendo hace meses atrás -de cierto menudeo-, primero algún cinto, después, polainas, seguidas por un par de botas, algún gorro, pero lo más grave no era eso ¡sino del armamento que ahí se guardaba y podría tentar al ladrón¡. Además, una escaramuza con uno de ellos y dos ladrones -sucedió- al sorprenderlos de noche cuando forzaban la puerta de una casa y salir huyendo entre los médanos. 
¿Todavía no se curó de esa herida en el pié? 
No muy bien 
¿Pero no fue a verlo a don Pedro? 
“Si, si, mañana voy”. 
Gumersindo tiene una herida en el pié, distraído piso un clavo que casi le traspasa “de lado a lado su extremidad” -peligroso eso de los clavos-, y hay que tratar la herida rápida porque “ante una infección descuidada”, se puede gangrenar la herida.
Otro está con el curandero y espera un rato, parece de otra zona -debe ser la zona de Guerrero- se reconoce la monta “que no es de estos pagos”. 
“La ley no escrita en las regiones camperas” es del facón contra facón o del cuchillo contra cuchillo, si se provocan malos entendidos ¡terminan en riña!, por eso ante un forastero primero, distancia y después, saludo con pocas palabras para evitar entuertos. 
Y si no es por la zona de Guerrero debe ser de la zona de Dos Montes -piensa Gumersindo- ¿pue de ser ese el ladrón?, si corta por las dunas serán dos leguas para llegar acá, y quizás se ha cebado. 
Pero si lo vuelvo a ver ¿lo podré reconocer? 
Pues el cruce entre ambos fue rápido , además, el forastero bajo la vista y cubrió media cara con su sombrero, cuando estaban “frente a frente” -murmurando apenas algo- después, sube a su caballo ¡y velozmente se va! 
Camino de regreso, Gumersindo se dice ¡debemos prestar atención a los que alguna herida tienen!, alertar al capataz, “para colmo”, hay tanta gente desconocida en el pueblo -pues va creciendo rápido-, se lotea y se construye por todos partes, ya no es solo en el barrio Norte sino también hacia el llamado Paseo 105. 
“Y apoyando tal crecimiento” el comentario por la construcción de un nuevo hotel forme parte -junto a los otros siete hoteles-, de la cadena de alojamientos construidos, ¿su nombre? “El Atlántico” -mucho más pegado a la playa-.
El pueblo se agranda, “entre La Golondrina y el nuevo hotel” son unas diez cuadras por la playa, con la Avenida Buenos Aires y Avenida del Comercio también la misma distancia, y perpendiculares al mar, ¡se suman otras cuatro cuadras! Espacio con casas construidas y desparramadas entre sí, por el cual, -el malandra o los malandras-, van a moverse casi a gusto. 

¡Allá, allá, tirale!, apuntando al bulto el sujeto dispara a los que corren hacia los pajonales y médanos, el sonido del disparo en la noche es claro, en especial -en barrio Norte-, donde algunas lámparas se prenden, ¡vamos, rápido!, ordena la voz, ¡ Juan, Juan!, le pregunta al caído ¿como estas? -herido, pero apenas me rozo la pierna el maula- 
¡Vamos, escapemos antes que nos sigan!, eran dos rateros, notaron que una casa estaba vacía “y aprovechan la situación para forzar la puerta”, cuando notan ¡que había gente en la casa cercana!, salen disparando -y ese es el disparo escuchado por Otto-. 

Formulario de Contacto

(c)2020, Todos los derechos reservados